EL MURO
( del libro "Paseando de la mano de Abuela Concha")
Siempre tuviste tu casa allá por el muro de los Navarros. Durante muchos años, a pesar de vivir con tu hijo y con tu nuera desde que se casaron, a pesar de ser al mismo tiempo madre y abuela de todos tus nietos, nunca renunciaste a ella.
Porque genio sí que tenías, y como sabías que en cualquier momento podía saltar la chispa, la mantuviste siempre para conservar tu refugio, pero te la declararon en ruina, y entonces empezó también la tuya. Cuando te supiste irremediablemente obligada a permanecer en esta tu casa, pensaste perdida tu libertad y comenzaste a perder la cabeza.
De repente decías: -me voy al muro- y no había manera de convencerte de que ya no tenías casa .
¡Cuántas veces, a partir de ahí, te escapabas para comprobarlo!. Genio y figura...Pero luego no sabías volver y te nos perdías, poniendo en zozobra nuestros corazones.
Seguro que ya la encontraste por los caminos del éter, en el MURO de la gloria.
Agustín Pérez González
Siempre tuviste tu casa allá por el muro de los Navarros. Durante muchos años, a pesar de vivir con tu hijo y con tu nuera desde que se casaron, a pesar de ser al mismo tiempo madre y abuela de todos tus nietos, nunca renunciaste a ella.
Porque genio sí que tenías, y como sabías que en cualquier momento podía saltar la chispa, la mantuviste siempre para conservar tu refugio, pero te la declararon en ruina, y entonces empezó también la tuya. Cuando te supiste irremediablemente obligada a permanecer en esta tu casa, pensaste perdida tu libertad y comenzaste a perder la cabeza.
De repente decías: -me voy al muro- y no había manera de convencerte de que ya no tenías casa .
¡Cuántas veces, a partir de ahí, te escapabas para comprobarlo!. Genio y figura...Pero luego no sabías volver y te nos perdías, poniendo en zozobra nuestros corazones.
Seguro que ya la encontraste por los caminos del éter, en el MURO de la gloria.
Agustín Pérez González
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